sábado, 18 de diciembre de 2010

Nunca es tarde si la dicha es buena...

Está sentada en la cama. Apoya la cabeza contra el cabezal y suspira. Las cosas están... están... están... del revés. Como siempre. Nunca las ha recordado del derecho. Nunca ha encontrado el manual. O si alguna vez ha llegado a pasar apuradamente sus páginas, éstas siempre estaban en coreano. Ha apagado las luces, vuelven a hacerle daño en los ojos. Cada sábado se olvida de lo mal que le sienta a su estómago el tequila. Ahora sólo hay un latido constante en su frente, unos ojos pegajosos y una llamada que no quiere hacer. Sabe que esto es lo que sucede cuando apagas el móvil durante el "día de las llamadas". ¿Quién narices estipuló internacionalmente que tiene que existir un día, un momento, un segundo, en el que tienes que hacer esa llamada? La noche anterior, entre chupito y chupito, se había sentido liberada, al menos durante un rato. No había trabajo, no había obligaciones, rutinas auto-impuestas, memorándums o acuerdos que firmar. Sólo ella, sus amigas y la música. Y luego, como siempre, al amanecer, los remordimientos.

Enciende el móvil sin querer ver el resultado. Siete llamadas perdidas comienzan a vibrar en su mano. Todas del mismo número. Aunque no quiera admitirlo, se lo esperaba. Sabía que iba a suceder. Y aún así escogió desafiar a la rutina. Busca el número en la agenda. Pulsa el botón verde y lamenta no tener a mano un cigarro. Sabe que lo va a necesitar.

-Ehm... ehm... hola.... si... soy... soy ... yo... he visto tus llamadas... anoche no tenía batería... ¿Como estás?
-Bueno, ya sabes... lo de siempre, trabajo, carrera... exámenes... lo típico... Te noto ausente, ¿estás bien?
-Si...yo... como siempre... ya sabes... oficina, papeleo... también... también lo de siempre. Pura rutina.
-¿Seguro que estás bien?
-Bueno... podría ser... puede que...puede que non esté del todo... como debería.
-...
-He... he... tenido uno de esos ataques de pánico en mitad de la noche. Anoche me desperté a las cinco. Sudando. Sin saber donde estaba. Sólo sé que lloraba. Y que sentía que nada estaba en su sitio... que ... todo... todo había cambiado.
-...
-¿Sigues ahí?
-...
-¿Oliver?
-Bueno, sabes que tener pesadillas no es extraño. Además, últimamente tu trabajo te está exigiendo demasiado. Pero...
-...¿Pero?...
-... es cierto que las cosas han cambiado...
-...
-Todo ha cambiado.
-...¿Todo?...
-Todo.
-Entiendo.
-Preferiría habértelo dicho anoche, no hoy, cuando sé que tu resaca monumental y tu mono de tabaco te impedirán apreciar mis motivos.
-Disculpa, pero no hace falta que dudes de mis capacidades intelectuales sólo por que estés rompiendo conmigo un domingo.
-Comprendo. En fin... cuando quieras... puedes pasarte por casa y recoger tus libros y cd's
-No te preocupes, te avisaré con antelación. Hasta pronto.


Definitivamente no era como ella había esperado que fuera. Pero había sucedido. Por fin. Ya no tendría que preocuparse más por cumplir con lo que se supone que una buena novia debe cumplir. No más domingos de restaurante con sus suegros, no más exposiciones de arte moderno que sólo le revolvían el estómago. Adiós a escuchar música clásica los sábados por la noche en el sofá, bajo una manta de lana merina con una copa de vino tinto. No más arrumacos de salón en penumbra como preámbulo de un sexo descafeinado y puntual. Se había liberado. Y así es como debía sentirse, liberada. Se levanta de golpe de la cama, con una energía renovada, impropia de un domingo de resaca. Ha recordado que en el cajón del escritorio aún se esconde una cajetilla. Se sienta con esa energía mal contenida de quien sabe que en pocos segundos conseguirá controlar los latidos de su corazón a base de malos vicios. Saca un cigarro y lo enciende mientras suspira.

Tras la primera calada levanta la vista para encontrar el patio de luces vacío y a oscuras. Fin de semana. Todo el mundo en el cine, fuera de casa o durmiendo la siesta. Menos el vecino del 4º. Ese que se pasa la vida estudiando. Su flexo es lo único que ilumina los tendales. Sonríe. Ella también fue así cuatro años antes, en el último empujón de la carrera. Sin saber bien por qué enciende su flexo y sigue fumando en silencio. Ahora dos luces iluminan una tediosa tarde-noche de domingo.

Inspiración. Espiración. Inspiración. Espiración. Una nube de humo comienza a nublar su lámpara pero ella sigue mirando fijamente a la ventana de enfrente, como esperando una señal. Una señal que no ha llegado en todo el tiempo que lleva viviendo en este bloque. En el 4º la luz se apaga. Ella, decida a no dar su brazo a torcer, continúa impávida, apurando hasta el último momento la colilla. 10 segundos, 20 segundos, 30 segundos. La luz vuelve a encenderse. Ella sigue concentrada en la otra ventana. Algo ha cambiado. Desde el otro lado del cristal siente una mirada penetrante. Es su turno y lo sabe. Nunca ha jugado a esto antes, pero algo dentro de ella la impulsa a apagar su flexo. 10 segundos, 20 segundos, 30 segundos. Enciende su lámpara de nuevo. Él sigue ahí, con su lámpara encendida. La misma postura. Se miran. Se leen el pensamiento.

.... .- ... / - .- .-. -.. .- -.. --- / -.. . -- .- ... .. .- -.. ---

-. ..- -. -.-. .- / . ... / - .- .-. -.. . / ... .. / .-.. .- / -.. .. -.-. .... .- / . ... / -... ..- . -. .-


Una tarde noche de domingo es tan buena como cualquier otro día para comenzar nuevas tradiciones.



Créditos:

-O. y O. por la idea, probablemente cedida de forma inconsciente en conversaciones banales.
- Traductor Morse

viernes, 10 de diciembre de 2010

O problema de sobrepasar o 130 e non sabelo

Reportaxe realizada orixinalmente para a asignatura "Xornalismo Especializado" (Universidade de Santiago de Compostela) en maio do 2010. O proceso de documentación e serie de entrevistas levouse a cabo conxuntamente con Belén Castro e Alba Lago.

Máis do dous por cento da poboación mundial posúe altas capacidades intelectuais. Esa é a porcentaxe aproximada dos que se atopan na vertente dereita da Campá de Gauss, dos que se consideran fóra da desviación típica media. A Campá de Gauss adoita servir para exemplificar como funciona a distribución normal dunha característica específica entre os membros dunha mostra determinada. Neste caso a media do Cociente Intelectual (CI), a intelixencia típica, está marcada por estándar en 100. Os que alcanzan, ou sobrepasan, o 130 reciben a denominación de “superdotados”, e son aproximadamente ese dous por cento das estatísticas. Pero a realidade di que a maior parte das persoas con altas capacidades intelectuais permanece oculta á vista pública, sen ser nunca recoñecida por profesionais como o que é: superdotada. A comprobación desta característica resulta ser un asunto tecnicamente complicado. Non é, como se acostuma pensar, só pasar un test de intelixencia, demostrar que existe capacidade de asociación para seleccionar a figura correcta nunha serie de formas xeométricas. No momento actual na nosa comunidade, tanto dende os gabinetes psicolóxicos privados como dende os Equipos de Orientación Específicos (EOE), –un órgano dependente da Consellería de Educación especializado en dar soporte aos colexios e institutos galegos en materia de intervención e axuda psicopedagóxica- inténtase apostar por un modelo integral na detección de altas capacidades intelectuais que inclúa a creatividade, os hábitos de traballo e a motivación, e, por suposto, a capacidade intelectual que cualifican as probas de CI. O Modelo Renzulli racha cos típicos tests de intelixencia, pero a pesar de que xa en moitos casos se emprega, o resultado segue a ser o mesmo: non se alcanza a diagnosticar a ese dous por cento. Mais non só Galicia sufre de falta de detección de persoas -especialmente grave é o caso dos nenos- con altas capacidades intelectuais, toda España está acusando a perda de potencial intelectual, a fuga de cerebros non é hoxe unha realidade allea ao contexto nacional, máis ben é unha tara da que profesores, psicólogos e familias se queixan cando se fala de superdotación. Ante a pregunta de “¿Por que non se recoñece a ese dous por cento a realidade das súas capacidades intelectuais?” as respostas son variadas, pero todas inciden nalgo común: os problemas máis graves están na detección e identificación.

A fórmula máxica: formación, recursos e protocolo

A identificación de nenos e adolescentes superdotados é de por si complexa por tratarse dun momento complicado na súa formación como persoas, tanto emocional como intelectual, pero aínda así, é nestas idades cando máis beneficioso para a persoa resulta descubrir que ten altas capacidades, dese xeito poderá desenvolverse intelectual e emocionalmente de acordo ás súas necesidades específicas.

Pero a diagnose da superdotación non é sinxela e dende diferentes colectivos implicados no tema asegurase que o problema máis destacado para realizala correctamente está na formación. Na de orientadores e profesores. Algúns orientadores confirman que a súa formación no tema da superdotación se debeu ao propio interese, a ser, dalgún xeito, autodidactas. Pero estes casos, admite Rubén Silva Loureiro, pedagogo pertencente á Asociación de Pedagogos de Galicia (APEGA), son os menos. Rubén sinala, tal e como o fai Carmen Pomar Tojo, Directora da Unidade de Investigación e Estudos sobre superdotación da Universidade de Santiago de Compostela (USC), que o único contacto que moitos futuros orientadores terán coa temática das altas capacidades intelectuais está no temario de oposicións, nun só tema, que pode nin chegar a saír no seu exame. Mesmo na carreira non se trata directamente a superdotación, asevera o pedagogo. Carmen, que tamén imparte clases na Facultade de Psicoloxía de Santiago de Compostela, sinala directamente, que nos plans de estudo adaptados ao Espazo Educativo Superior Europeo non hai unha materia específica sobre sobredotación e se este contido se engade é en base á vontade de cada un dos profesores.

Non obstante, a falta formación non é o único problema ao que se enfrontan os profesores e orientadores á hora de detectar a presenza de nenos con altas capacidades intelectuais nas súas aulas. Dende o propio Equipo de Orientación Específico da Xunta de Galicia sinálase unha gran falta de recursos humanos e técnicos para cubrir as demandas de todos os colexios de Galicia. Neste momento existe un destes equipos en cada provincia, formado cada un deles por unha persoa. Isto non resulta suficiente se comparamos o número de alumnos de educación obrigatoria de cada unha das provincias: o 80% dos estudantes de primaria e secundaria están repartidos entre A Coruña e Pontevedra. O 20% restante atópase dividido entre Lugo e Ourense. Debido a esta falta de recursos a resposta directa destes equipos externos aos colexios é en moitas ocasións máis lenta do que sería psicoloxicamente recomendable para o alumno. Porque non se debe esquecer en ningún momento que o proceso de detección da superdotación inflúe, para ben ou para mal segundo se desenvolva, nos nenos.

Dende o Equipo de Orientación Específico da provincia de A Coruña resáltase un último piar onde se debe, aínda que polo momento non se fai, afianzar a detección das altas capacidades: un protocolo de análise común. Hoxe en día a falta dunhas normas establecidas que permitan establecer unhas rutinas de detección estandarizadas é outra das grandes eivas que sofren en primeira persoa aqueles que teñen altas capacidades. En cada centro as probas de capacidade intelectual realízanse dun modo diferente, o que pode levar a diversos resultados para un mesmo neno dependendo do tipo de tests que se apliquen. Isto non fai senón complicar un proceso que de por si é laborioso e esixe gran dedicación. Luís Rodríguez Cao, o especialista en sobredotación intelectual do EOE da Coruña, afirma rotundamente, que pese a que existe comunicación directa entre os catro equipos galegos, e polo tanto aplican procedementos similares, a necesidade dun protocolo xa está a ser debatida na Xunta de Galicia, pero aínda non hai ningún avance significativo, polo de agora non existe, por tanto, un protocolo común formal para detectar aos rapaces con sobredotación. Tanto Rubén como Carmen ou Luís, non obstante, coinciden nun punto crítico sobre estes protocolos: debe tratarse en todo momento de “protocolos de mínimos” xa que o que se busca con eles é un funcionamento coordinado entre orientadores, colexios e EOE’s, pero coa suficiente liberdade e flexibilidade como para poder adaptarse ás necesidades específicas de cada alumno, evitando que o que ía ser unha mellora da situación se converta nun “corsé”.

A fórmula do éxito na avaliación e correcta educación dos nenos aos que se lles presupoñen altas capacidades intelectuais parece sinxela: formación dos orientadores+recursos técnicos e humanos+ protocolo común. Pero os feitos demostran que lograr identificar a ese dous por cento da poboación non é tan doado como semella.



Crecer sen saber o bo que es

Está claro que as fórmulas máxicas funcionan en poucas ocasións, case en ningunha. E se como é o caso galego, no que aínda non existe ningún protocolo común, por moito que as leis conteñan o presuposto de que cada colexio debe ter unha folla de actuacións para as necesidades especiais dos seus alumnos, a situación non pode mellorar da noite á mañá. Isto sábeno de primeira man moitos pais de alumnos e alumnas da educación obrigatoria galega que sufriron, e están a sufrir, as dificultades que se presentan á hora de identificar a capacidade intelectual dos seus fillos.

Os casos de colexios nos que os orientadores se negan, tácita ou explicitamente, a aceptar que algúns dos alumnos que se lles remiten poidan ser superdotados non son estraños na nosa xeografía. Os motivos que se alegan dende os centros educativos poden variar, algúns pais de alumnos potencialmente superdotados teñen oído cousas como “O colexio ten moitos problemas con outros nenos como para preocuparse destes” (referíndose a dúas nenas ás que xa se lles recoñecera dende o Equipo de Orientación Específico a sobredotación). Os pais que sofren a negación dunha atención específica aos seus fillos consideran que un dos grandes problemas aos que se deben enfrontar non é o outro que á sociedade e ao concepto que nela se ten da sobredotación intelectual. Segundo eles, é común pensar que como un rapaz ou rapaza é superdotado non precisa de axuda á hora de estudar, crese que vai saber todo sobre calquera tema que se lle presente polo simple feito de ter unhas capacidades de aprendizaxe maiores que as dos seus compañeiros.

Un destes pais, Octavio, quéixase abertamente de que dende os colexios nos que as súas fillas estudaron se prestaba unha maior atención aos alumnos que sofren deficiencias –algo que considera moi positivo e, dende logo necesario- que aos que son superdotados. Octavio cre que este é un dos principais puntos que debe cambiar, na súa opinión debe entenderse que a sobredotación intelectual conleva tamén unhas necesidades específicas na educación. Unhas necesidades que el non ve cubertas, en xeral, polo sistema educativo galego. Pero non é el o único pai que tivo que sufrir lentos e infrutuosos procesos, nos que máis semellaba que loitara contra o colexio, para lograr que se admitira a situación dos seus fillos e se puxeran en marcha as adaptacións necesarias para lograr mellorala. Tanto Berta como Ana pelexaron, e non só no sentido metafórico da palabra, con orientadores, profesores e pais de outros alumnos para que finalmente se levaran a cabo as medidas proxectadas polos Equipos de Orientación. Medidas que nalgúns dos casos chegaron tarde, foron insuficientes ou, directamente, resultaron mal aplicadas, dando lugar a máis dores de cabeza das que curaban. E é que, como Carmen Pomar puntualiza, en moitas ocasións o neno acaba sendo “un campo de batalla” no que dun lado tiran os pais e do outro os profesores, danando máis ao rapaz que axudándolle a comprender e asimilar as súas capacidades.

A cara e a cruz da moeda

Mais non todo son puntos negativos á hora de falar da superdotación en Galicia. Debe quedar patente que existen certas iniciativas, non procedentes do goberno autonómico iso si, que facilitan a vida, intelectual e social, dos nenos con altas capacidades intelectuais da nosa comunidade. E é que como ben resaltaba Jorge Mira, o encargado das admisións na asociación de superdotados MENSA na súa sección española, as persoas con altas capacidades son como calquera outro ser humano. Non se trata de extraterrestres nin dunha evolución superior da raza. Atopámonos ante nenos e nenas que xogan, se divirten e queren aprender, como todos. Por iso é tan importante que se rompa o tópico da falta de socialización que pode darse entre eles e o resto dos compañeiros, ou a presión e o acoso que poden sufrir dende o seu entorno escolar. Unha destas iniciativas punteiras en Galicia é a Asociación das Altas Capacidades (ASAC) que funciona como un proxecto de ampliación extracurricular para rapaces superdotados. Nesta asociación os nenos con altas capacidades teñen a oportunidade de socializar entre iguais mentres reciben cursiños sobre os temas que máis lles gustan (que poden ir dende a astronomía á arqueoloxía ou á arte contemporánea). Ao mesmo tempo os pais teñen acceso a grupos de apoio e a unha “escola para pais” na que os psicólogos da Universidade de Santiago de Compostela lles achegan consellos á hora de tratar as situacións específicas que se xeran no día a día dos seus fillos adolescentes.

Se ben esta asociación non é a única destas características que existe en España si o é na nosa comunidade, e dende ela, non deixa de pedirse que aumente a visibilidade da superdotación e das súas necesidades educativas, outro dos puntos clave desa fórmula máxica que, se fora realmente aplicable, faría que se cumprise a estatística do dous por cento da poboación con altas capacidades intelectuais.