miércoles, 4 de abril de 2012

Camuflaje

El instinto de supervivencia nos mueve a camuflarnos, a diluirnos en la masa, en la mediocridad. Y pocas veces somos capaces de resistirlo. Nos cubrimos con ropa de moda, con un aspecto externo que no nos define, pero nos protege e implica la pertenencia a un grupo mayor. El aislamiento es la condena al ostracismo, la desesperación, la ruina social y personal. Nos aseguramos en nuestra zona de confort aunque eso sea lo que interiormente más odiemos. No nos atrevemos a poner un pie fuera de ella. Y si para sobrevivir en el mundo moderno tenemos que transmutarnos en lo que no somos, lo hacemos. Clichés, frases hechas, trajes de etiqueta, comportamiento socialmente aceptado y estandarizado. Hombres y mujeres grises. 

Al final, no queda nada más que una cáscara.  Aunque, si hay suerte, bajo ese caparazón, aún persiste la esencia. Y si los dados nos han dado una fortuna aún más próspera, con las palabras adecuadas y el pálpito correcto podemos deshacernos de lo impuesto y volver a ser nosotros, o a intentar convertirnos en quienes queremos llegar a ser. 

Intruso