domingo, 7 de marzo de 2010

¿Dónde está el límite de lo real?

Leo en el Faro de Vigo de ayer esto: Matan de hambre a su bebé por criar a otro virtual
Una pareja fue arrestada en Corea del Sur a principios de esta semana por descuidar a su bebé y dejarla morir de hambre a pesar de que, al mismo tiempo, estaban criando a una 'hija virtual', según informó este viernes la Policía surcoreana.

La pareja, residente en un suburbio en el sur de Seúl, presuntamente cometió negligencia con su hija de tres meses --prematura--, alimentándola sólo una vez al día en turnos de doce horas en el café del barrio en el que se conectaban a Internet. La Policía indicó que se llegaron a obsesionar con la crianza de una 'hija virtual'[...]



Y me quedo a cuadros, a rombos, a trapecios. Son bien conocidos los beneficios que la tecnología ha aportado a nuestras vidas, y lo aseguro yo, que pertenezco ya a esa generación a la que se lo han dado (casi) todo a través de la televisión y más tarde del ordenador. Pero es preocupante el nivel que llega a alcanzar la necesidad de estar constantemente conectado a lo que hay al otro lado de las pantallas. La obsesión y ansiedad que produce el no poder estar "en linea" la demuestran los casos de adicción a Internet, al teléfono móvil, que se han venido dando en los últimos tiempos. Casos, desde luego, cada vez más extravagantes. Y eso que no dudo que a los medios solo llegan aquellos más salvajes y estrafalarios. Porque, de toda la población surcoreana que tiene acceso a una de las redes de banda ancha más rápidas del mundo dudo que el 95% desarrolle ese desinterés y esa apatía por lo que sucede fuera de su ventanita.

Pero aunque solo los casos más extremos lleguen a ser conocidos en Europa, es preocupante. ¿En qué momento uno pierde el interés por lo que sucede en su vida "real" y pasa a valorar solo lo "virtual"? ¿Son casos como el de esta pareja el síntoma de algo más grave que se esconde detrás de la velocidad del tiempo en que vivimos?. A veces me pregunto si todos esos escritores de ciencia ficción apocalípticos, que predecían el dominio de las máquinas sobre la vida humana, no habrán sido unos visionarios. Y es que, en este momento, dependemos de nuestros ordenadores, de nuestra conexión a Internet, de nuestro teléfono móvil (probablemente único sitio donde tenemos almacenados toda nuestra agenda de teléfonos y direcciones de e-mail), de nuestros pen drives o discos duros externos... para sobrevivir día a día. Sin embargo, si mañana quisiéramos empezar una revolución pacífica, apagar nuestros ordenadores, desconectar nuestros teléfonos móviles y vivir con menos stress tecnológico tampoco sería posible, hemos llegado a la dependencia (casi) total. Y eso me asusta. ¿Estamos viviendo, sin saberlo, ya en Matrix?

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